Julio Castro de la Gándara

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Hércules y su leyenda en las ilustraciones de la Atlántida de J. Verdaguer - Julio Castro de la Gándara

Desde finales de los ‘50 y durante los ’60 Julio Castro de la Gándara colaboró como ilustrador en la Editorial Aguilar, que había nacido en 1923 y que en la posguerra aglutinó a grandes personalidades de la vida académica y literaria. Muchos de estos autores encontraron en ella la única posibilidad de realizar una actividad cultural de la que, por su condición de “vencidos” se veían excluidos. Manuel Aguilar los incorporó a su proyecto editorial en calidad de “asesores” y, como todos ellos compartían la misma situación social e ideológica, colaboraban, por tanto, en un proyecto vital y profesional. La década de los ’50 y ’60 fue la Edad de Oro de la editorial.

Hércules y su leyenda en las ilustraciones de la Atlántida de J. Verdaguer
Los mitos clásicos en la obra de Julio Castro de la Gándara (II)
La destrucción de la Atlántida
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La destrucción de la Atlántida

Hésperis contempla con Hércules la destrucción de la Atlántida (p. 75). Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.

Hércules salva a Hésperis
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Hércules salva a Hésperis

El héroe pone a salvo a Hésperis durante el hundimiento de la Atlántida (p. 57). Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.

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Desde finales de los ‘50 y durante los ’60 Julio Castro de la Gándara colaboró como ilustrador en la Editorial Aguilar(1), que había nacido en 1923 y que en la posguerra aglutinó a grandes personalidades de la vida académica y literaria. Muchos de estos autores encontraron en ella la única posibilidad de realizar una actividad cultural de la que, por su condición de “vencidos” se veían excluidos. Manuel Aguilar los incorporó a su proyecto editorial en calidad de “asesores” y, como todos ellos compartían la misma situación social e ideológica, colaboraban, por tanto, en un proyecto vital y profesional. La década de los ’50 y ’60 fue la Edad de Oro de la editorial.

A Antonio Jiménez-Landi Martínez (1909-1997) se le debe el nacimiento de la colección de libro infantil y juvenil El Globo de Colores, que sería pionera en este campo en España. Jiménez-Landi procedía de la Institución Libre de Enseñanza, fue asesor de literatura infantil y juvenil y había constatado el bajísimo nivel de los libros destinados a este público, tanto en el contenido (según él predominaba el libro “noño”), como en la presentación (que, en su opinión, era “deleznable”)(2). Concibió entonces la idea de unos libros de gran calidad literaria y artística destinados a niños y jóvenes en cuya elaboración tendrían que estar implicados escritores y dibujantes de categoría. Los textos y las ilustraciones tenían un protagonismo compartido, lo que significaba una clara reivindicación del papel de los dibujantes e ilustradores. Como asesor de literatura infantil y juvenil Jiménez-Landi se encargó de seleccionar los títulos y los adaptadores e ilustradores y él mismo se involucró adaptando varios clásicos(3). En 1961 nació, dentro de El Globo de Colores, una colección llamada de “Iniciación Literaria” en la que se publicaron adaptaciones de obras clásicas de la literatura española y mundial. Dentro de esta serie, un libro de singular interés fue Las horas muertas, una recopilación de textos de grandes poetas españoles muchos de ellos prohibidos todavía por la censura franquista, ilustrados por Julio Castro de la Gándara quien se encargó además de un capítulo que recogía una visión panorámica de la pintura contemporánea. Sobre su técnica como ilustrador de libro infantil y juvenil valgan las palabras y el juicio del también pintor Demetrio Cascón:

La variedad de libros con temas y contenidos diversos, llevaron a Julio Castro a trabajar con gran rigor en las composiciones y formas de ilustrar. Sus personajes y lugares determinan el emblema y animación de todas sus representaciones. Las técnicas para resolver sus trabajos le dan al autor un estilo particular, al tallar las formas y colores, que sirven para crear los ambientes necesarios para sus diferentes narraciones y contenidos, que son de una variedad extraordinaria. Sus trabajos tienen el añadido de componer sus páginas y todo el conjunto de sus libros, como un marco a la pluralidad de ilustraciones, dibujos y colores. Las ilustraciones de Julio Castro para libros infantiles constituyen un acierto que enriquece todos y cada uno de los muchos libros. Así pues, sus imágenes en su dilatado tiempo de ejecución expandieron y enriquecieron los textos literarios de procedencia.” (2009: 106)

En 1961, Castro de la Gándara ilustra la adaptación al castellano que J.M. Velloso hace de la obra de Jacint Verdaguer (1845-1902), La Atlántida, uno de los clásicos de la literatura catalana.

La Atlántida
Julio Castro de la Gándara ilustra en 1961 la adaptación al castellano que J.M. Velloso hace para la colección El Globo de Colores de Editorial Aguilar de la obra de Jacint Verdaguer (1845-1902), uno de los clásicos de la literatura catalana.

Se trata, como es sabido, de un poema épico que combina elementos históricos, elementos de la tradición bíblica y elementos de la tradición grecolatina, que se presentan supeditados al relato de la Biblia y racionalizados en numerosas ocasiones. Hércules aparece como un hombre que, con la ayuda de Dios (al que no conoce, pero intuye) puede realizar grandes empresas y servir de modelo a Colón(4). En definitiva, la intención del texto de Verdaguer, en palabras del poeta Marià Manent(5) sería la de:

un poema de intención cristiana, centrado (como una nueva versión del Paraíso perdido) en la idea de la culpa, pero construido principalmente con sillares de la mitología griega y de las tradiciones celtas, y coronado con la emoción renacentista de los grandes descubrimientos geográficos. Como los autores medievales y como Enrique de Villena en sus Trabajos de Hércules (escritos primitivamente en lengua catalana), Verdaguer podía dar a La Atlántida un propósito moral… En las notas no solamente cita a los autores clásicos: Platón, Séneca, Plinio y Diodoro Sículo, sino también a geólogos, antropólogos y naturalistas modernos, como Buffón, Milne-Eduards y Fritz Müller.

El poema se estructuraba en dos planos: uno histórico, cuyo protagonista es Colón, que enmarcaba el plano mítico donde se recordaba el hundimiento de la Atlántida y algunas gestas de Hércules: Pirene y los Pirineos, el jardín de las Hespérides, la lucha con Gerión, la apertura del estrecho de Gibraltar, entre otras. La presencia de Hércules en nuestra península y la atribución de múltiples fundaciones (Sevilla, Tarazona, Barcelona), considerándolo progenitor de la monarquía española a través de su hijo adoptivo Espán, ya había sido explotada por Rodrigo Jiménez de Rada, el Toledano, en su crónica De rebus Hispaniae, y, siguiendo su estela, Alfonso X el Sabio, en su General Estoria (II parte, caps. 417-424) (6).Verdaguer, inspirándose en antiguas crónicas y textos clásicos, conformó una unidad narrativa con diversos elementos conectando al héroe griego con otro mito: la desaparición de la Atlántida, partiendo de una reelaboración de dos trabajos de Hércules: el décimo, los rebaños de Gerión y el undécimo, las manzanas de oro de las Hespérides(7). En La Atlántida la materia mitológica difiere, en parte, de las versiones grecolatinas y J.M. Velloso, que adapta en castellano el poema para un público juvenil, selecciona lo esencial del texto original y mantiene las principales líneas argumentales de la obra. No vamos a detenernos en la documentación de Verdaguer(8), porque lo que aquí nos interesa es confrontar el desarrollo del mito de Hércules en la adaptación de Velloso, con los principales textos clásicos y observar cómo se ajusta el ilustrador y cómo resuelve las imágenes atendiendo a la información que le proporciona el texto adaptado y a su propio imaginario de artista. Para llegar a eso veremos en primer lugar cómo se desarrollan los hechos en las fuentes clásicas.

En su décimo trabajo Hércules tenía que conseguir las vacas de Gerión,(9), un ser monstruoso que habitaba en Eritía, una isla situada en la zona de lo que después será Cádiz, junto al Océano (Apolodoro II 5, 10). Sobre su aspecto, tenemos el testimonio de Hesíodo según el cual tenía tres cabezas (Theog. 287), pero otros textos y representaciones en la cerámica griega nos lo presentan con tres cuerpos que se fundían en uno solo en la cintura y volvían a separarse de nuevo de cintura para abajo (Apolodoro II 4, 10).

La hazaña conlleva una serie de trabajos accesorios que darán lugar a varias explicaciones etiológicas. La primera de ellas es el nombre de los Pirineos, según consta en el relato de Silio Itálico (La Guerra Púnica III 415-441)(10). Para llegar a su destino al sur de España, Hércules realiza el viaje por tierra, entrando por Cataluña. Se alojaba en casa del rey Bébrix, forzaba a su hija Pirene y continuaba viaje hacia el sur. A su regreso con los rebaños de Gerión, busca a Pirene, pero se entera de que la joven ha muerto destrozada por las fieras, tras haber dado a luz una serpiente y haber huido a los montes. Hércules la busca y encuentra su cadáver, lo entierra y su nombre pasa a ser el de los montes Pirineos.

at uoce Herculea percussa cacumina montis intremuere iugis: maesto clamore ciebat Pyrenen, scopulique omnes ac lustra ferarum Pyrenen resonant. tumulo tum membra reponit supremum inlacrimans, nec honos intercidit aeuo, defletumque tenent montes per saecula nomen.(Silio Itálico III 439-441)

[“La voz de Hércules sacudió las cimas de aquellos montes y estremeció las cumbres; con profunda tristeza gritaba el nombre de Pirene y todas las rocas y las guaridas de las fieras con el eco le respondían “Pirene”. A continuación, colocó sus restos en una tumba para llorarla por última vez. El tiempo no podrá extinguir esta honrosa ofrenda y, por los siglos de los siglos, estas montañas conservarán tan lamentado nombre.”]

Una segunda explicación etiológica será la de la abertura del estrecho de Gibraltar, comunicando así el Océano y el Mediterráneo que, según esta tradición mítica era un gran lago. Se trata de un episodio famoso que no consta en todos los textos mitográficos y que, entre otros, recuerda Séneca, utrimque montes solvit ac rupto obice / latam ruenti fecit Oceano viam (“desunió las montañas dejándolas a uno y otro lado, y rota esta barrera abrió un ancho camino por donde se precipita el Océano, Her.F. 237-238)(11). Unida a esta hazaña está la colocación de dos columnas, una a cada lado del estrecho, en las rocas de Calpe (Gibraltar) y Abila (Ceuta): “una vez en Tartesos, erigió como testimonio de su viaje dos columnas enfrentadas en los límites de Europa y Libia”, Apolodoro II 5, 10) (12).

El undécimo trabajo consistía en conseguir las manzanas de oro de las llamadas Hespérides, (“Las Occidentales”), tres o cuatro jóvenes que se ocupaban de estos frutos de oro en un jardín de los dioses situado en el extremo Occidente, más allá del Océano, junto a Atlas(13). El nombre de Hespérides tenía una interpretación patronímica en Servio (A IV 484) y Diodoro (IV 27), quienes las consideran hijas de Atlas y Hesperis o Hespéride, hija de Héspero(14).

En el desarrollo del trabajo hay dos desenlaces alternativos. Según el más antiguo Hércules cogería las frutas a través de Atlas. En la otra variante, que se desarrolla hacia el 500 a.C. en forma literaria, Hércules las coge en persona, después de matar al dragón encargado de su custodia(15). Éste último desenlace tuvo más éxito en las representaciones porque permitía representar al héroe luchado con una serpiente, que en el Renacimiento acabará siendo un dragón, e imaginar el jardín y el árbol junto con las Hespérides. Así en el Mosaico de los trabajos de Hércules (III d.C., Museo Arqueológico de Madrid)(16)Ercole uccide il drago Ladone (Palazzo Farnese)(17), donde aparece todavía una serpiente, mientras que en A. Carracci, y P.P. Rubens, Hércules matando al dragón del Jardín de las Hespérides (Museo del Prado, 1639-1640)(18) ya ha adoptado forma de dragón.(19)

Estos testimonios mitológicos estarán sujetos a una serie de modificaciones para ajustarse a los hechos que Verdaguer ha planificado en su reelaboración. El poeta catalán conecta dos grandes conjuntos temáticos de la mitología: la desaparición de la mítica Atlántida y la presencia de Hércules en nuestra península. Mientras que en el primer caso las fuentes manejadas están más claras y confesadas(20), en el segundo caso es más difícil saber hasta qué punto es reelaboración del propio Verdaguer. La desaparición de la Atlántida será aquí el resultado de la abertura del estrecho de Gibraltar y Hércules será, por tanto, el responsable. Además, la desaparición del continente anuncia el futuro descubrimiento de otro por parte de Colón. Una rama del árbol del jardín de las Hespérides, será trasladada y plantada por Hércules en nuestra península que se convertirá en heredera de la primitiva Atlántida con ese literario trasplante de un continente en otro. Estamos ante un material elaborado por el poeta sobre trasfondo mítico, formando una unidad narrativa a partir de diversos elementos: la Atlántida desaparecida, la actividad de Hércules en nuestra península y la invención de una historia de amor entre el héroe griego y Hésperis.

Veremos a continuación los ejemplos de esa reelaboración en la adaptación de Velloso y en las imágenes correspondientes de Julio Castro de la Gándara.

En el canto I (El incendio de los Pirineos) aparecen unidas las figuras de Hércules, Pirene y Gerión. Se trata de una reelaboración de la leyenda etiológica del origen de los Pirineos que nos transmitía el texto de Silio Itálico, proporcionándole una nueva genealogía a Pirene, conectando su historia con Gerión, culpable aquí de su muerte, y explicando de forma diferente el origen del nombre de los montes. Pirene es aquí hija de Túbal, rey de España, que acaba de morir. Gerión, que, según este texto era un monstruo de tres cabezas, tal como vemos en la imagen, le arrebata el trono y funda Gades. Así se lo explica Pirene a Hércules antes de morir:

Gerión
El horrible monstruo de tres cabezas arrebata el trono a Pirene. Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.

La muerte de Pirene es aquí consecuencia del incendio de los montes provocado por Gerión, Hércules la encuentra justo antes de que muera, llora su final, promete vengarla y construye un mausoleo de piedras: la cordillera que llevará su nombre.

La muerte de Pirene
Hércules llora la muerte de hija de Túbal en el incendio provocado por Gerión en los Pirineos. Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
Temeroso de que algún día volviera a recuperar mi trono, quemó, para abrasarme, las selvas de alrededor. Luego, una vez reunidos sus rebaños, regresó a Gades. Mas yo muero. Heredera soy de sus aldeas y rebaños, si los quieres, tuyos son. Derriba a Gerión y venga el nombre de Túbal: tuya es mi corona. (…) Así habló Pirene, y la muerte para siempre petrificó sus labios mientras Hércules lloraba a su lado. Las montañas, enrojecidas por el fuego, estallan en innumerables volcanes que escupen los derretidos tesoros de sus entrañas. (…) Cuando los temporales de levante fueron apagando con sus lluvias la montaña, Hércules, rompiendo los picos, descabezando los cerros y descrestando los montes, hizo un enorme mausoleo para las cenizas de Pirene. Desde esta hazaña de Hércules, mi dulce Cataluña pudo descansar amparada por otro castillo de rocas”. (p. 21-22, ilustr. 20-21)

En el texto de La Atlántida se combina el origen de la cordillera pirenaica, que transmitía Silio Itálico con un viejo mito sobre el Pirineo incendiado que recogía Diodoro (VIII 35,2):

Cuentan que en los tiempos antiguos, cuando en estos montes había muchos bosques llenos de árboles, unos pastores dejaron un fuego e incendiaron completamente toda la zona montañosa. Por esta razón al avivarse el fuego continuamente día tras día, se quemó la superficie de la tierra y los montes, a consecuencia de lo ocurrido, recibieron el nombre de Pirineos.

En el canto II: El huerto de las Hespérides(21), el poema sigue aquel desenlace más grandioso que tuvo éxito, según el cual el héroe daba muerte al dragón. Así lo vemos en el texto y en la ilustración:

Hércules y el dragón
El héroe da muerte al dragón en el jardín de las Hepérides junto al naranjo. Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
Hércules se acerca al árbol para alcanzar su rama más alta cuando, de repente, el dragón que guardaba el naranjo de los frutos de oro se yergue veloz con los ojos en llamas y blandiendo su enorme cola como si fuera una lanza: poco falta para que le cercene las manos a Hércules con sus dientes y zarpas. Mas el héroe lo esquiva y de un pisotón le aplasta la cabeza. (…) Con sus estertores de muerte el monstruo hace estremecer el árbol a cuyo tronco está enroscado y las Hespérides, al verlo morir, alzan sus vírgenes voces al cielo” (p. 28, ilustr. pp. 28-29)

La imagen se ajusta, por tanto, al texto de la adaptación de Velloso y presenta un enorme dragón que enrosca su cola al tronco del árbol mientras vuelve su cabeza hacia Hércules que lo amenaza con la clava. A la derecha vemos a las tres Hespérides y en el centro de la escena el objeto deseado: el árbol con los frutos dorados. Es evidente la influencia del caballo del Guernica de Picasso en el dragón que gira su cabeza a la derecha para atacar al héroe.

Los frutos dorados serán aquí naranjas, tanto en el texto original (“les taronges d’or”), como en la adaptación (“el naranjo de los frutos de oro”). Así los hemos visto en el texto anterior y así se describe y se ilustra el momento que se trasplanta la rama del jardín a suelo ibérico, quizá por eso se utilice la idea de las naranjas(22).

Hércules planta un naranjo
El héroe planta el retoño del huerto de las Hespérides en los campos de Gades. Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
Hércules abandona a sus enemigos y con la maza al hombro, impelido por aquella fuerza celestial, cruza con ligero paso ríos y sierras hasta llegar a pisar el seco rastrojo de los campos de Gades. Allí en un ribazo sombreado por palmeras reales, se detiene para plantar el retoño de naranjo del huerto de las Hespérides y una vez hecho parte con rapidez”. (p. 37)

En el canto IV: Gibraltar abierto, se recuerda el origen del estrecho y la ilustración muestra a Hércules en el momento de golpear con la clava y liberar el agua:

Hércules abre Gibraltar
Momento en que clava su maza y las aguas inundan la Atlántida. Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
En aquel tiempo el Estrecho de Gibraltar no existía. El brazo que enlazaba España con África era una áspera cadena de peñotes de los que aún se conservan los dos extremos: los montes de Ceuta y de Gibraltar. (…) Pero está escrito: un atardecer se levantará la compuerta de los mares solo para lavar a la Atlántida de su crimen (…). La hora del terrible suplicio ha sonado ya, pues centellea la maza de Hércules al caer sobre la frente rocosa de Calpe, como si fuera un sangriento cometa que cruzara el cielo derramando sequías, pestes, lágrimas y ruina. (…) Hércules cobra aliento y hunde su maza entre las brumas, para convertir en cementerio la Atlántida, y en esto, como si le rodeara un improviso vuelo de tiernas palomas, se ve asaltado por los dulces recuerdos de Hesperis”. (p. 39)

Esta última ilustración nos va a permitir detenernos en la iconografía de Hércules(23). La imagen física del héroe empieza a elaborarse en la Ilíada (V 392-397) donde aparece como un arquero. En la Heraclea de Pisandro (fr. 1A, segunda mitad del VII a.C.) ya presenta sus dos señas de identidad características: la leonté, la piel de león con la que se reviste, obtenida a partir de su combate con el León de Nemea, y la clava, un tronco de olivo despojado de sus ramas. A mediados del siglo V a.C. se establece su iconografía clásica y generalmente aparece musculoso, desnudo, barbado y con sólo dos atributos: la leonté y la clava. En las representaciones que Julio Castro de la Gándara elabora para La Atlántida, ésa será la imagen de Hércules. El texto de Verdaguer, y la correspondiente adaptación de Velloso, mencionan la clava y la piel del león. El ilustrador conserva estas señas de identidad del héroe añadiendo la barba y un aspecto musculoso. La disposición de la leonté no será en cualquier caso la tradicional que cubre la espalda de Hércules haciendo las fauces del león la función de casco, sino que en las ilustraciones, la piel irá anudada a la cintura, siendo reconocibles las garras del león. Con una disposición de la leonté semejante había representado en 1634 Francisco de Zurbarán al héroe en la serie sobre Hércules que pintó para el Palacio del Buen Retiro y que se conserva en el Museo del Prado.

Hércules lucha con la hidra de Lerna
Véase la disposición de la leonté en el cuadro de Zurbarán, que es una de las señas de identidad del héroe junto con la clava. Autor: Francisco de Zurbarán (1634), dentro de la serie Trabajos de Hércules, del Museo Nacional del Prado. Foto: cortesía del Museo del Prado.

En el canto VI: Hesperis, Verdaguer desarrolla una historia de amor entre Hércules y Hésperis que no consta en los textos clásicos, donde sí aparece como esposa de Atlas y madre de las Hespérides y los Atlantes. En La Atlántida se desarrolla el personaje de Hésperis, se conecta con Hércules y se da forma a un episodio nuevo en la leyenda del héroe. También se le da protagonismo a Gerión, porque será entonces cuando Hércules cumpla la promesa de venganza que le había hecho a Pirene y mate al monstruo.
He aquí las imágenes que ilustran esta historia de amor:

Hésperis despide a sus hijos los Atlantes
Una de las ilustraciones del libro (pp. 52-53). Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
Hércules se presenta a Hésperis
Una de las ilustraciones del libro (p. 55). Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
Hércules salva a Hésperis
El héroe pone a salvo a Hésperis durante el hundimiento de la Atlántida (p. 57). Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
La muerte de Gerión
Hércules mata al monstruo de tres cabezas de Eritía. Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.
La destrucción de la Atlántida
Hésperis contempla con Hércules la destrucción de la Atlántida (p. 75). Ilustración: Julio Castro de la Gándara. Publicado en la Atlántida, ed. Aguilar (1961), adaptada por J.M. Velloso.

Bibliografía

  • Arribas Hernáez, Mª L.,“La figura de Hércules en la General Estoria de Alfonso X el Sabio” en La mitología clásica en la literatura española. Panorama diacrónico en J.A. López Férez (ed.), Madrid, Ediciones Clásicas, 2006, pp. 101-121.
  • Cascón Martínez, D. “Sobre la ilustración de Julio Castro de la Gándara”, Revista Lazarillo 21 (2009), p.106.
  • Castro Jiménez, J., “Julio Castro”, Revista Lazarillo 21 (2009), pp. 102-106.
  • Diodoro Sículo, Biblioteca histórica, introd., trad. y notas de J.J. Torres Esbarranch, Madrid, Gredos, 2004.Elvira, M.A., Arte y mito. Manual de iconografía clásica, Madrid, Sílex, 2008.
  • Farrés, P., “Les fonts de L’Atlàntida enfosadaAnuari Verdaguer 11 (2002).
  • Fernández Valverde, J., introd. a R. Jiménez de Rada, Historia de los hechos de España, Madrid 1989.
  • Friedlein, F., “Sentit figurat, tipología i distanciament: la mitología antiga a l’èpica verdagueriana” en Anuari Verdaguer, 11 (2002) 383-397. [Consulta: 18 de enero 2019]
  • Serrano Gómez, Mª E., La editorial Aguilar: una empresa por la cultura, Tesis doctoral inédita, UCM, Madrid, 2000.
  • La editorial Aguilar. La literatura infantil y Antonio Jiménez-Landi”, Revista Lazarillo 7 (2002), 4-15.
  • Ruiz de Elvira, A., Mitología Clásica, Madrid, Gredos, 2011 (=1982).
  • Ruiz de Elvira, A., Ovidio. Metamorfosis, introd. trad. y notas, Madrid, 1988.
  • Séneca, Tragedias, trad. J. Luque Moreno, 2 vols., Madrid, Gredos, 1997
  • Silio Itálico, La guerra púnica, trad. J. Villalba Álvarez, Madrid, Akal, 2005.
  • Tate, R.B.,“Mitología en la historiografía española” en Ensayos sobre la historiografía peninsular del siglo XV, Madrid 1970.
  • Torrents, R., Jacint Verdaguer, La Atlántida, introducción, Barcelona, Planeta, 1992, pp. XLII

* El presente trabajo se inscribe dentro del proyecto de investigación “Los poetas romanos en España: transmisión, interpretación, tradición literaria y fundamentación teórico-crítica para su vigencia futura” (Ref. FFI2015-65964-P).


Notas

(1) He tenido muy en cuenta los trabajos de Serrano Gómez (2000 y 2002: 4-15).
(2) Cf. Serrano Gómez, (2002: 8)
(3) Castro de la Gándara fue el ilustrador de sus adaptaciones de Shakespeare, Teatro. El sueño de una noche de verano (1961) y de Poema del Cid (1961).
(4) Cf. esta lectura tipológica en Friedlein (2002).
(5) Cf. Torrents (1992: XLII).
(6) Cf. Tate (1970: 13-32); Férnandez Valverde (1989: 45) y Arribas Hernáez (2006).
(7) Cf. Torrents (1992: XIII-LXI) y Farrés (2002: 47).
(8) Cf. Farrés (2002)
(9) La transcripción correcta del nombre personaje sería Gerion, Geríones, Gerioneo, sin embargo, utilizaremos la forma más divulgada actualmente. Hemos tenido muy en cuenta el estudio sobre el personaje en Ruiz de Elvira, (2011 =1982: 277-285).
(10) También en Plinio, NH III, cf. Ruiz de Elvira, (2011=1982: 277).
(11) Así también en Séneca, Her.O. 1240: his fracta Calpe manibus emisit fretum? (“¿Con estas manos partí yo a Calpe, abriéndole paso al mar?”).
(12) Cf. también Diodoro IV 18,5; Plinio III 4; Pomponio Mela I 27; Marciano Capela VI 625
(13) Hesíodo, Theog. 215s y 245s; Apolonio de Rodas IV 1396-1450, Apolodoro II 5,11 y Ovidio. Met. IV 644-650, entre otros. Cf. sobre el episodio en Ruiz de Elvira (1982=2002: 85-86).
(14) Héspero es hermano o hijo de Atlas en Servio, A. I 530 y Diodoro II 60 respectivamente.
(15) Así consta, entre otros, en Eurípides, Her. 394-407; Apolonio de Rodas IV 1397-1407; Apolodoro II 5 11 (lo cita como variante); Ovidio, Met. IV 635-650; Séneca, Her.F. 239ss; 529-532; Her.O. 18.
(19) Cf. Elvira Cf. Elvira Barba (2008: 374).
(20) Platón, Tim. 21a y Crit. 108ess.
(21) El texto original de Verdaguer utiliza del término “hort” (L’hort de les Hespèrides) que el adaptador traduce “huerto”, término que, en definitiva, se remonta al latín hortus, “jardín”.
(22) Cf. sobre los frutos, Ruiz de Elvira (1988: I, 232-233, n. 121).
(23) Cf. Elvira Barba (2008: 359-364).
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